Por Igor Scheihing.

El Ecoturismo no existe

A pesar de mis estudios en administración en ecoturismo esa es la afirmación que se refuerza cada vez que llevo a mis pasajeros al Parque nacional Torres del Paine o caminamos por la calle Caracoles en San Pedro de Atacama para ir a cenar. Es un trabajo simple de observación y algunas -escasas – lecturas críticas de la industria, una vez más, los medios de comercialización se adueñan de los conceptos y se los hacen propios, desvirtuando, relativizando y utilizando las tendencias para los beneficios buscados. Eco camping, sustentable, sostenible, ecotours por la Patagonia, hotel cinco estrellas que precariza el trabajo de forma ecológica, ecoturismo. Todo es sustentable, y como bien me comentaron una tarde veraniega de cervezas post trabajo: la revolución vende.

 

Hasta el momento no he leído artículo, entrevista, crónica, editorial, etcétera; que no hable de cómo la solución al turismo post covid 19 será el turismo de bajo impacto, sustentable y centrado en las experiencias auténticas en la ruralidad. Lo que llama mi atención cada vez que leo las predicciones en tendencias de los mercados del norte es que antes del corona virus todos ofrecían eso mismo.

 

Pareciera ser que la escasa profundidad acorde a los tiempos es la mejor opción para ofrecer productos dentro de una industria de constante crecimiento y escaso desarrollo. Hasta el 2020 la industria turística no paraba de crecer y lleva más de 40 años en la misma tendencia, si en 2009 cuando mis profesores hablaban de la meta de los 3 millones de visitantes hoy ya vamos por los 8 millones de visitantes anuales. No nos extraña ver el interés constante por invertir en los proyectos turísticos (eco friendly obvio) enmarcados en una retórica conservacionista vacía. La pandemia es el detonador perfecto para entender el escaso desarrollo del turismo. Todos quedamos sin trabajo, sin seguridad social, sin honorarios, sin respaldo estatal. Guías, conductores, cocineros, mucamas, garzones, artesanos, artistas, toda la clase obrera del turismo está igual.

 

El Ecoturismo es político

Hace unos 8 años Gef, PNUD y el MMA (ministerio de medioambiente de chile) presentaban en el centro cultural Gabriela Mistral los avances del proyecto para traspasar el SNASPE (servicio nacional de áreas silvestres protegidas del estado) del Ministerio de Agricultura, liderado por la CONAF (corporación nacional forestal) a el ministerio de medio ambiente. Hasta me regalaron una polera con un kuntur y un gorro que aun uso, pero que le pegué una wihpala en el símbolo del gobierno. Si usted visitó algún Parque nacional en sus vacaciones del veinteveinte podría recordar que ese parque sigue siendo administrado por la CONAF, también se podría acordar de los baños asquerosos, los senderos mal cuidados y de que quizás nunca vio un guardaparque. Que lamentable situación del 21% del territorio chileno. El proyecto nunca prosperó, los cuchicheos dicen que unos políticos udi presentaron unas indicaciones para que las ASP fueran del ministerio de economía y hoy, los afortunados conservacionistas que visitamos muchas áreas silvestres protegidas al año, vemos con total desazón y de forma inaudita como cada año se le baja el presupuesto a la corporación nacional forestal. A la par vemos como cada día existen mayores concesiones privadas dentro de los parques y reservas nacionales, esgrimiendo que gracias a la inversión privada el mantenimiento de las instalaciones e infraestructura es mejor.

 

La principal motivación de turista de larga distancia (el que más dinero deja a diario diría Sernatur) es la naturaleza que ofrece Chile. Desde latitudes subtropicales a las patagónicas somos un país afortunado, una geografía extensa que nos regala los más diversos paisajes en distancias cortas. El carácter subductivo nos brinda una geología inmensa y los campos de hielos y los valles transversales nos conmueven con sus dinámicas glaciares tan interesantes de estudiar. La misma diversidad nos regala un trasfondo cultural inmenso, cosmovisión desde Visviri a Cabo de Hornos. Tampoco vamos a hacer una apología a las fronteras sociopolíticas, pero es realmente una fortuna ser un guía en todo Chile.

 

Tomando unas pias con los tainas, cebando unos amargos con los baqueanos o limpiando los canales en el altiplano, al igual que yo, muchos colegas y entusiastas han tenido la experiencia reveladora del turismo: Se han enfrentado a sí mismo en territorios ajenos y se han sentido en casa, se han conmovido con los atardeceres dramáticos de Santa Bárbara en Pumalin o han agradecido cuando por el Mallku Tatio sale el sol. En el fondo nos llena viajar por que nos conectamos con nuestro nómada primitivo y nos damos cuenta de que somos felices. Entonces sin duda que el ecoturismo es político. Si somos capaces de reorganizar la visión turística como herramienta para fomentar el desarrollo local y fortalecer la conservación, dará lo mismo como lo llamemos, vamos a generar, mediante gobernanza, planificación y comunidad una mejor calidad de vida. Como venimos diciendo hace años, estamos trabajando para brindar respuestas locales a problemas globales.

 

Carole baskin mató a su marido

En esta pausa obligada preludio de la temporada baja el otro día ví una serie llamada Rey Tigre (delirios white trash de los gringos) y me llamó la atención el personaje Carole Baskin, una mujer llena de buenas intenciones, hippie chic, que buscaba cerrar todos los zoológicos privados de grandes felinos para asegurar el buen trato y conservación de dichos animales. En mis breves reflexiones terminando de ver el documental había un dejo amargo que me recordaba algo que había visto antes y que pude dilucidar hace un par de semanas gracias al profe Boaaventura de Sousa Santos y su última publicación, La Cruel Pedagogía del virus. En el documento, lectura casi obligada de estas jornadas, el autor nos comparte lecciones que podemos extrapolar de forma crítica al cómo evolucionó esta simbiosis (¿parasitario?) entre turismo y conservación. En la lección número 6 vemos como la mercantilización de la vida colectiva ha sido una herramienta para generar un valor a aspectos que deberían estar asegurados por el estado, creando e inventando narrativas ligadas al “capital social” o “evaluación social” que claramente siguen las mismas reglas del mercado y “criterios de rentabilidad”. Dicha lógica capitalista que fomenta alianzas público – privadas fortalece las dinámicas para inyectar recursos públicos a privados (como la famosa ley de donaciones-paternalistas-evadirimpuestos) entrando en el negocio de la filantropía, en nuestro caso, conservacionista (revisar página 74).

 

Es hasta mal visto deslizar críticas a los proyectos que transmiten conservación mediante reportajes en teve abierta, instagram, entrevistas bonitas en revistas de viajes dominicales de diarios antiguos, etcétera. Nunca vamos a describir la negatividad y suspicacia como modo de vida, pero la virtud del optimismo es que tenemos la capacidad de cuestionarnos ciertas cosas y ver con mayor claridad cómo liderar nuestros proyectos. Por que trabajamos con comunidades, sueños y visiones de re existencia que compartimos y no podemos siquiera abrir un espacio para que se transformen en elementos caricaturizados de lo que buscamos como fin. La invitación es a estudiar y al momento de viajar ser viajero y no turista, adentrarse en las realidades territoriales y sacar sus propias conclusiones, hay casos de conservación privada maravillosos e inspiradores en Chile.

 

La ecología es anticapitalista

En Razones para ser Anticapitalista el autor David Harvey nos plantea un lineamiento trascendental para entender lo procesos civilizatorios contemporáneos y es que el crecimiento compuesto no puede durar para toda la vida. Desde el antropocentrismo, siempre hemos tenido esa visión holywoodense de que si el Homo sapiens sapiens se extingue, junto a la especie se muere todo el planeta, bien sabemos, o bien deberíamos saber, nuestra especie no es la única del planeta, no es la primera mega extinción de la tierra y lo que algunos autores llaman antropoceno (algo que no compartimos) no es más que la consecuencia de la única especie en la historia que se suicida.

 

Seguimos algunas tendencias de pensadores del turismo que hablan de los aspectos positivos de la industria turística, de que es una “industria sin chimenea” y de que las externalidades positivas son mayores a las negativas, incluso leí que no es industria. Se aferraron a postulados de esa índole por muchos años para seguir expandiendo en código acumulación los beneficios del turismo creciente, beneficios para algunos, claro está. Hoy, en esta contingencia que parece aterrizar forzosamente – pero de gran interés – en el turismo, se nos revelan grandes verdades maquilladas por la ferocidad de la industria. Sí contaminamos y en muchos territorios – destinos sí dejamos más externalidades negativas. Afirmaciones tan obvias que pasan desapercibidas, y es que una vez más nos dejamos seducir por el envolvente aroma de lo eco.

 

No podemos desligarnos de los modelos que rigen la industria, no podemos obviar lo desprotegidos que estamos como trabajadores mal pagados, con responsabilidades pero sin contratos, el ejemplo de mayor claridad es lo que pasó post cierre fronteras con la turística y gentrificada localidad de San Pedro de Atacama. El Ayllu se vació y no solo de turistas, sino de que todos los trabajadores informales que atiborran el lugar. Una vez más Harvey nos ilustra desde la geografía y nos ayuda a seguir entendiendo nuestra visión crítica y en el último párrafo nos comenta de forma lúcida que en “la actualidad, el capital se ha vuelto demasiado grande para fallar, pero se ha vuelto demasiado monstruoso para sobrevivir”.

 

Repensar el (eco) turismo es un llamado a la acción

Siempre hemos considerado el turismo como el medio para lograr el fin, como una herramienta poderosa que puede transformar vidas y aportar desde un punto de vista consecuente a la conservación. Los destinos los hacen los paisajes y las personas, pero eso no lo aprendí en la universidad. Si perpetuamos la lógica de vivir experiencias perecederas de consumo inmediato, vamos a seguir trabajando en pos de un espacio turístico jerarquizado, precarizado y vertical.

 

La pausa nos brinda una oportunidad de aprendizaje única. Con entusiasmo vemos el creciente interés por la divulgación científica y la democratización del saber. En esta época de incertidumbre, de navegar mareas turbulentas muchos teóricos, empresarios, profesionales, trabajadores y turistas se han dado cuenta de la relevancia que tiene el turismo en nuestras vidas. Ya sea como un agente que puede impactar económicamente o desde la necesidad humana del tiempo de ocio. Pero siempre terminamos redundando en lo mismo: vamos a volver a viajar, hashtag, nos volveremos a encontrar. También nos dimos cuenta de que debemos realizar cambios profundos en lo que conocíamos como turismo. Cambios paulatinos que sin duda van a ser de base, seguiremos escuchando de turismo comunitario, ecoturismo, turismo rural, pero esta vez cada día tendremos un porcentaje mayor de proyectos con sustento, con metodologías, aferrados al cambio y no a un elemento más de marketing.

Pero sin duda, el mayor aprendizaje es la revelación de que si existen alternativas.